Casa de Cultura, 29 de diciembre, 20:00 horas
Carta a Pedro Crespo de Lara
A PLENA LUZ
Querido amigo: Ya estoy aquí, pasados los dos meses de infierno, dispuesto a pasar los diez de invierno en que se divide el clima de la villa y corte, según dicen. Llegó tu libro “Entre dos luces”, y lo leí a plena luz en la sierra. Buen lugar para leer tus versos, que están llenos de luz y de ambiente campesino, con el referente audible del mar. Incluso cuando pintas los “días de lluvia / y cielo negro” ves “claros de plata / luces de invierno”, en el poema 45. Tú no tienes que ganar la luz, como decía tu paisano León Felipe, la has metido en tus versos, y toda la oscuridad “cede ante el sol radiante” del primer poema.
De las dos formas líricas que distinguía Dámaso Alonso, la poesía arraigada y la desarraigada, tú presentas muy claras tus preferencias, arraigadas en la pura tradición castellana, la del romancero, las serranillas y los proverbios. Excelente el romance noveno, un paisaje impresionista, con sus tonos variados de luz magníficamente pintados, como un cuadro de Monet, al pasar del sol a la umbría entre variedad de árboles y regatos. Bien dice el cuarto poema que “Mi poesía / es pintura / musical”: gran verdad.
A tu otro medio paisano el marqués de Santillana si no por los ricos montaraces de Bores, sí “al borde del mar” que va “Camino de Langre”, en el poema 40: tu pescadora reacciona como las serranas, y a don Iñigo le gustaría firmar esos versos que riman con gracia “el arte de amar”. Y a don Sem Tob se le pondría la barba blanca de envidia al leer tus proverbios, como el número 31, en que pides humildemente a Dios lo que te ha concedido ya, “el don / de la oportunidad”, porque lo prodigas a lo largo del libro.
Poesía arraigada en la tradición castellana por los cuatro costados, sin concesiones a tonos ajenos, pero escrita con lenguaje del siglo XXI. Nada de pastiches a lo Ricardo León, que por lo menos fue paisano tuyo honorario. Tú partes de la gran tradición castellana para regresar a tu manera, con tu lenguaje natural. Un acierto pleno en el largo romance del viaje en tren por Castilla hacia el mar, número 46. Alternas las descripciones de dentro y de fuera, del vagón y del paisaje. Y de pronto escribes:”El yo que me está observando / se debe a muchos maestros / y sigue el mejor de todos, / que es el que uno lleva dentro”. Ahí he encontrado el resumen de tu poesía: sigues voluntariamente a los maestros que iniciaron la lírica castellana, pero sobre todo está el poeta Crespo de Lara, que ha sabido aprender de sus predecesores lo necesario para componer unos poemas que están a la misma altura lírica que los escritos por ellos. En resumen: que son magistrales.
Perdóname tan largo acuse de recibo. Cuando un lector tiene la suerte de encontrar poesía verdadera en un libro, es lógico que se entusiasme. Con mi agradecimiento por haberme proporcionado el placer de hacer más placentero el ferragosto madrileño, que también lo es de la sierra, te va un gran abrazo.
Arturo del Villar
