‘El Bisonte’ conquista la Vuelta a España

Cobo sostiene en brazos a su sobrino Hugo. / Javier Cotera
Cobo sostiene en brazos a su sobrino Hugo. / Javier Cotera

Una mirada absorta y fatigada, como la de un soldado que se ha dejado el alma en la batalla. Eso reflejaba el rostro de Juanjo Cobo tras cruzar ayer su última meta, la de Madrid. Ni tan siquiera se daba cuenta de que era el protagonista de todo aquello, que la gente estaba aplaudiendo por él. Ya era el vencedor final de la 66ª Vuelta Ciclista a España, el primer cántabro en conquistar la gloria en una grande.

Esta región que ya había presumido de tener campeones del mundo, grandes sprinters y mejores escaladores, equipos míticos, directores con carisma y palmarés y una de las mejores aficiones del mundo, tenía una espina clavada. Ayer se la sacó. Cantabria ya tiene su Vuelta. La ronda, que nació gracias al empeño de tres cántabros como López Dóriga, Otero y ‘El Mini’ Trueba, en 1935, ha recobrado su esplendor en 2011 gracias a Cobo. El corredor del Geox subió a lo más alto de podio escoltado por dos británicos, Christopher Froome y Bradley Wiggins, dos grandes corredores de pista recuperados para la carretera por el equipo Sky.

El de Cabezón es, sin duda, el orgullo de una región, pero también el de un país. Si uno se pone a buscar a otro español en la general de esta Vuelta hay que irse hasta el noveno para encontrar a Dani Moreno. Pero Cobo, además, ha conseguido que los aficionados disfruten de una Vuelta inolvidable –la más espectacular de los últimos años, tanto por el terreno como por el juego que han dado los corredores– con un épico triunfo en lo alto del Angliru. Allí se vistió de líder. Se puso el maillot rojo que ha defendido durante los seis últimos días de la carrera. Primero tuvo 20 segundos de ventaja sobre Froome, que se quedaron en 13 tras la siempre decisiva etapa de Peña Cabarga.

Y defendiendo esa exigua diferencia ha viajado hasta Madrid. Cuando la Vuelta partió de Benidorm, hace 21 días, a Juanjo le cosieron el dorsal 61 a su espalda. Sus piernas estaban como nunca y su ánimo, también. Pero los galones del Geox los llevaban sus compañeros Menchov y Sastre. Su director, Matxín, sabía que estaba ante el mejor Juanjo de los últimos tres años, pero no fue presentado como el líder de la escuadra cántabra. Era «la alternativa», dijeron. Sin embargo, en tres semanas ha conseguido que el ciclismo español esté, con su triunfo, a sus pies.

Llevaba tres temporadas en blanco y eran ya pocos los que confiaban en él. Hubo un momento en el que ni él mismo lo hizo. En su palmarés había más pasado que futuro. En 2007, tres temporadas después de haber pasado a profesionales, se estrenó como vencedor. Lo hizo en una de las mejores carreras del mundo, la Vuelta al país Vasco. Avasalló a sus rivales. En 2008, el mejor Juanjo apareció en una etapa de la Vuelta a Burgos; en la cima de Hautacam, en el Tour de Francia; y en la ‘Grandísima’ Vuelta a Portugal. Hasta esta edición de la ronda española, las últimas noticias que el mundo tenía de él se produjeron en 2009, cuando triunfó en una etapa de la Vuelta a Castilla y León y también se impuso en la decimonovena etapa de la Vuelta.

Luego, llegaron el silencio, las dudas, la inseguridad, los malos momentos. Dejó su equipo de toda la vida y fichó por Caisse D’Epargne. Un salto hacia lo desconocido. Se estrelló. Fue una temporada para olvidar, como él mismo ha reconocido en muchas ocasiones. Entonces, fue Matxín quién le brindó otra oportunidad. El director vasco seguía confiando en su ‘Bisonte’ y le cedió un sitio en el nuevo proyecto llamado Geox. En abril de 2011 Juanjo se llegó a bajar de la bicicleta en una contrarreloj. Había llegado a un callejón sin salida. Sus piernas no iban y su cabeza tampoco. Desmotivado, era incapaz de coger la bicicleta para salir a entrenar. La miraba aparcada en su garaje y solo veía en ella calamidad y sufrimiento. No merecía la pena seguir en esto, se repetía. Y así se lo dijo a su director. La historia que sigue a esta conversación entre Cobo y Matxín es ya muy conocida. «Tienes que seguir. No te vamos a exigir nada». Las palabras de Matxín le restacaron del infierno.

Terapia de choque.

En la Vuelta a Austria recuperó las buenas sensaciones y en Burgos ya empezaba a asustar. El segundo puesto, por detrás de Mikel Landa en la ascensión a las Lagunas de Neila fue un aviso para navegantes. El ‘Bisonte’ había regresado.

Antes del comienzo de la Vuelta preparó la carrera a conciencia. Entrenamientos largos subiendo con muchos puertos de por medio. Estaba a punto. Cuatro días antes de se iniciase la Vuelta, Cobo hab ló con este periódico. «Tendré que trabajar para los líderes del equipo», decía. «No creo que tengamos libertad para intentar una victoria de etapa», añadía. Y a la pregunta de ‘Y si pudieses ¿qué etapa te gustaría ganar? respondió: «Por gustar, gustar… la del Angliru, pero ese recorrido no está hecho para mí». Todavía.

El Geox tuvo un calamitoso comienzo de carrera . La crono por equipos de Benidorm fue un desastre colectivo y la montaña de la primera semana de carrera dejó tocados a sus dos líderes. El cántabro, sin hacer ruido, se metió en la zona noble de la clasificación. Aún siendo el mejor clasificado de su equipo no quería aumir un liderato que siempre ha dicho correspondía a Menchov y Sastre. En la ascensión al Alto de La Covatilla arrancó en el momento oportuno para ser tercero y sumar sus primeros ocho segundos de bonificación.

Todavía no entraba en el grupo de favoritos, pero estos empezaron a tenerle en cuenta. Brilló en la contrarreloj de Salamanca. Sacó a su mejor contrarrelojista y voló sobre una cabra de medidas perfectas, como a él le gusta. Se colocó en una posición de lujo para afrontar las tres etapas montañosas de Galicia y Asturias, las que terminaban en Ponferrada, la Farrapona y Angliru. En la segunda, su equipo renunció a pelear por el triunfo de etapa con David de la Fuente en su beneficio de él. El de de Cabezón acabó segundo, por detrás de Taaramae, y sumó doce segundos más de bonificación. Matxín se convirtió ese día en el blanco de todas las criticas por no haber dejado libertad al de Matamorosa. Pero el tiempo le dio la razón. Tan solo veinticuatro horas después llegó la victoria de las victorias: Cobo triunfaba muy cerca del cielo, en el Angliru, en la cima más dura de las carreteras españolas. En ese puerto que le parecía imposible unos días antes de que comenzase la Vuelta se vistió por primera vez de rojo, un maillot que retuvo hasta el final de la carrera. Dejó a Froome a 20 segundos y a 46 a Wiggins. Esos pocos segundos empezaron a hacernos soñar, pero también nos trajeron un gran sufrimiento en las etapas restantes. En la que más sufrimos sin duda alguna fue en la de casa, en la de Peña Cabarga. Los seis kilómetros de escalada hasta lo más alto del pico Llen fueron los más angustiosos, emocionantes y bonitos de los últimos años. Juanjo y Froome libraron una espectacular batalla en los últimos dos kilómetros. Un ataque del británico dejó clavado al ‘Bisonte’. El corazón de los aficionados cántabros se encogió durante unos segundos, los que tardó Cobo en recuperarse y lanzarse la reconquista de lo suyo. británico ganó y le metió 1 segundo, además de los 20 de la bonificación. Cobo, segundo, sumó 12. La renta del cántabro bajó a 13 segundos. Y quedaban todavía cuatro etapas por delante. A sufrir. A partir de Peña Cabarga Cobo fue una lapa. Allí donde iba la rueda de Froome iba la suya. Y allí dónde estaba la rueda de Cobo estaban las de sus compañeros de Geox. Carlos Sastre, campeón de un Tour de Francia y Menchov, ganador de una Vuelta y un Giro, a su servicio. Lujo. Pero también trabajando en equipo David de la Fuente, Fabio Duarte, David Blanco, David de la Fuente y Dimitriy Kozontchuk y Matthias Brandle. Todos arroparon a Juanjo en El Vivero, donde el espigado corredor del Sky atacó con fuerza a Cobo, y también controlaron que el británico no puntuase en esos peligrosos sprints bonificados en la etapa que llegaba a Vitoria, -nunca tan importantes como este año- con los que pretendía arañar segundos para ganar la Vuelta. Así que con 13 segundos se llegño a Madrid. En la etapa de ayer Froome ni tan siquera lo intentó. O quizá tiro de deportividad y pensó que Cobo era el ganador más justo de esta Vuelta 2011.

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